Las faldas son de niñas

Arán y Ona, mis mellizos de 3 años, han ido esta mañana a su armario a buscar la ropa que querían ponerse.

Ona ha escogido una falda verde y Arán le ha preguntado a su hermana si le dejaba una falda para él. Ella le ha contestado que sí y él ha escogido la falda que quedaba en el armario a su altura. Una de color rosa con volantes.

Han venido los dos al comedor y han empezado a dar vueltas para ver como las faldas se movían cuando ellos giraban.

Los he mirado y he sonreído, pero la situación me ha hecho reflexionar al respecto. No se me ocurría ningún motivo por el que negarle a Arán que se pusiese la falda, pero tampoco me apasionaba la idea de que saliese a la calle con la falda puesta por lo que pudieran decirle y, por cómo eso, pueda afectarle a él y a su toma de decisiones, en definitiva, a su seguridad.

Arán es un niño al que por la calle confunden el 99,9% de las veces por niña. Siempre que corrijo a la gente y les digo «no, él es un nene» señalándolo, la respuesta de la gente es siempre la misma: «¡ah! cómo lleva una coleta y es tan guapo! «¡ah! como lleva el pelo largo!».

Es verdad que Arán tiene el pelo largo y siempre lo lleva recogido en un moñete o retirado de la cara con una cinta de pelo porque si se lo dejamos suelto al aire el pelazo que tiene le tapa los ojos. Pero vamos que me entran ganas de contestar «¡claro, todos sabemos que si te dejas el pelo largo se te cae la churrilla!» .

En fin, que ya me he acostumbrado a que lo confundan por niña y no me importa y a él, que es lo importante, tampoco.

Es más, lleva una semana con las uñas pintadas porque los dos vieron que llevaba yo las uñas de los pies pintadas y me pidieron que se las pintase de colores y eso hice.

El tema es, volviendo a la falda, que cuando he visto a Arán con la falda puesta, he pensado que si salíamos así a la calle y alguien le decía algo del estilo «las faldas son para las niñas» además de cabrearme y de querer ponerme a arrancar cabezas cual gambas, estaría bien tener una respuesta que no sea «¡váyase usted a la mierda!«, por aquello de dar ejemplo a los niños y esas cosas.

Quiero que con la respuesta que nosotros demos, mis hijos sepan que pueden ponerse lo que quieran, que es su decisión y nadie debe juzgarlos por eso. Pero está claro que por el momento la forma en la que estamos educando a nuestros hijos no va acompañada por la sociedad en la que vivimos. Hay mucho camino por recorrer y mucha barrera mental que superar.

En casa siempre les hemos educado en la igualdad sexual. Quiero que sean seguros de si mismos y que las decisiones que tomen sean propias. No quiero que Arán se corte el pelo porque un adulto o niño le diga que parece una niña. No quiero que dejen de ser quienes son porque la sociedad no se lo permite, por el miedo a ser juzgados. Quiero, como cualquier padre/madre que ante todo sean felices.

¡Qué difícil es esto de educar!

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