Ojalá cuando sea abuela…

El otro día comentaba con mis amigas que ver crecer a mis hijos tan rápido me produce una mezcla de sentimientos difícil de explicar. Por un lado siento alegría y felicidad inmensa al ver cómo evolucionan y se van convirtiendo en pequeñas personitas increíbles, con su carácter, su personalidad, sus manías, sus virtudes y sus pequeños defectillos, pero por otro lado, siento nostalgía. A veces me encantaría ralentizar un poco el tiempo, me da la sensación de que con los horarios y las rutinas los días pasan sin que me de cuenta y a toda prisa. Si es que pasamos de comernos los turrones a ponernos el bañador en menos de un suspiro.

Además, justo estos días estamos enseñándoles a Arán y a Ona fotos y vídeos de cuando ellos tenían la edad de Roc para que vean cómo eran ellos a esa edad y qué hacían y me siento muy nostálgica porque sé que esa época no volverá. No volverán a ser bebés y me apena pensarlo.

Roc en un par de meses cumplirá su primer año y no me puedo creer lo rápido que han pasado estos meses ¡si parece que fue ayer cuando llegué del hospital con él en brazos!

Si a eso añadimos que, salvo que consiga convencer a mi marido (cosa muy poco probable, por no decir imposible), me temo que Roc será nuestro último hijo y con él acabarán mis lactancias, el colecho… ¡Llorera al canto!

Y, cuando he comentado esto con gente de mi entorno me he encontrado más de una vez con comentarios del tipo «no te preocupes que si te hacen abuela joven, te tocará cuidar de tus nietos como si de tus hijos se tratase» y la idea no me gusta nada.

No me gusta, no porque no quiera tener nietos ni cuidarlos, nada más lejos de la realidad. No me gusta la idea, porque deseo con todas mis fuerzas que el día que mis hijos sean padres no tengan la necesidad de contar con los abuelos para que cuiden de sus hijos. Que si me piden ayuda para cuidar de mis nietos sea por liberarlos de carga o, incluso, para que puedan disfrutar de actividades que les apetezcan sin sus niños, no porque la «conciliación» continúe siendo una falacia y se vean obligados a dejar a sus bebés con nosotros o en una guardería.

Ojalá el día que mis hijos me hagan abuela puedan disfrutar de la maternidad/paternidad sin presiones laborales, sin agobios y, mucho menos, sin miedo a perder sus puestos de trabajo, ni temer por su carrera profesional.

Y es que, me atrevería a decir que casi todas las mujeres que conozco han tenido algún problema cuando se han reincorporado al trabajo después de ser madres. Problemas, por ejemplo, al pedir la reducción de jornada o, mejor dicho, problemas para conseguir la reducción de jornada (derecho legal reconocido) sin malas caras o sin cambiarles su puesto de trabajo dentro de la empresa. Muchas incluso, han acabado acordando con la empresa el despido por no poder conciliar. Es una vergüenza.

Así que, en mi optimismo, prefiero pensar que en el futuro mis hijos tendrán la suerte de disfrutar de sus hijos como se merecen y yo disfrutaré de mis nietos en mi función de abuela, y no de segunda madre.

Ojalá mis hijos alucinen y les parezcan cosas de otro planeta cuando les explique que cuando yo los tuve a ellos, la mayoría de madres y padres tenían que dejar a sus hijos a las 16 semanas de edad al cuidado de los abuelos si tenían suerte y, si tenían menos suerte, debían dejarlos en guarderías o a cargo de canguros.

Como anécdota también pensaba que quizás en un futuro próximo empezamos a ver a abuelos porteando a nietos. ¡A qué mola la idea! 😉

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