Aunque se publicará a mediados de abril, estoy escribiendo este post el día 25 de marzo a las 00.30 horas.
Finalmente no ha habido marcha atrás, ni destete nocturno.
El mismo día que escribía de madrugada el anterior post y explicaba todas mis dudas, por la mañana, flaquee y le di pecho a Ona cuando me lo pidió.
Mi sorpresa fue que, lejos de mamar durante mucho rato, teniendo en cuenta que tenía los pechos llenos de leche, estuvo en el pecho no más de un par de minutos, después me bajó la camiseta y ella misma dijo «¡adiós teta!». Además, su hermano que estaba jugando en la misma habitación, miró lo que su hermana estaba haciendo y lejos de pedirme teta, se giró y continuó con lo que estaba haciendo tan traqnuilo.
Al día siguiente comentando con mi marido el hecho de que Arán no se hubiese molestado en pedir teta al ver a su hermana y que Ona le dijese «adiós a la teta» como si se despidiese de ella, supe que a él le había dado mucha pena la situación. En cambio, para mí fue ya una primera liberación.
Ahí me di cuenta de que difícilmente podría volver atrás con el destete y en cierta manera me alivió ver que ellos ya lo tenían casi superado. Digamos que me quité parte de culpabilidad de encima.
Durante todo ese día y al siguiente no les di nada de pecho, pero cada vez tenía más leche y el pecho muy muy dolorido (no podía rozarme nada o veía las estrellas). El caso es que el 22 por la noche llegué de un curso bastante tarde, estaba agotada y los peques con una energía inagotable y, entre tanto, me volvieron a pedir pecho… Y yo, que estaba que no sabía qué hacer y mi marido que ya no sabía qué hacer conmigo ni qué decirme, me acabó diciendo que hiciese lo que yo quisiese… Conclusión: «me rendí» y les di pecho para dormir. Como curiosidad comentar que Arán ya no sabía mamar. Había perdido la capacidad de succionar. Ona por su parte, si que enganchaba al pecho, pero no lo hacía bien.
Pese a mi flaqueo, no dejé que se durmiesen en la teta y esa noche la pasaron más o menos bien.
Sorprendentemente, al día siguiente no me pidieron teta durante todo el día, solo por la noche y como la anterior había ido tan bien y a mí me ilusionaba la idea de poder continuar amamantándolos, decidí volver a probar a darles el pecho antes de dormir.
El resultado fue bastante malo: niños pidiendo teta varias veces por la noche y además me hacían muchísimo daño con el enganche. Definitivamente, ya no sabían mamar y la asesora de lactancia me había dicho que si ya no sabían difícilmente volverían a aprender.
Ahí me di cuenta de que ya no podía volver atrás. Por mucho que quisiese o me hubiese arrepentido del destete, los peques ya no sabían mamar e iba a causarles más trastorno que otra cosa si seguía mareándolos.
Cosas de la vida, fue darme cuenta de esto, de que ya no podía volver atrás con la lactancia y dejé de sentirme culpable o frustrada con el destete. De hecho, fue darme cuenta de que el destete no tenía marcha atrás por mucho que yo me lo estuviese planteando y, no solo me quité un peso de encima (la culpabilidad), sino que no he vuelto a notar subida de leche. Es como si mi cerebro le hubiese dado la orden a mi cuerpo de que ya no iba a amamantar más y éste hubiese dejado de producir leche. Esto me llama mucho la atención porque los primeros días cada vez que escuchaba a los peques lloriquear o quejarse o, incluso, cuando yo me martirizaba con no poder dar más el pecho me subía muchísimo la leche.
De hecho por mis síntomas no descarto que hubiese estado al principio cerca de una mastitis porque, a pesar de que me iba sacando leche con el sacaleches y de forma manual, el pecho se me había hinchado mucho, puesto muy duro y había empezado a notar bultos de leche, sin contar el dolor que tenía.
Pasado este punto y habiendo destetado finalmente a los peques ya solo me queda aprender a gestionar algunas situaciones sin la teta y aprovechar para disfrutar de esos abrazos y besos que me sueltan estos días y a los que no estoy acostumbrada ya que, mi relación afectiva ha sido siempre o casi siempre a través de la teta.
Así que, nos queda mucho por aprender a los tres.
Cerramos una etapa preciosa. Me ha encantado amamantarlos durante casi dos años y si volviese atrás volvería a hacerlo una y mis veces sin dudarlo. Ya le he dicho a mi marido que si tenemos otro hijo pienso batir récord mundial y amamantarlo hasta los 18 años por lo menos jejejeje.